21a  conferencia. Desarrollo libidinal y organizaciones sexuales 

Seminario Lectura de S. Freud (2017). Lunes 8 de mayo de 2017

Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-1917) Sigmund Freud.
21ª  conferencia. Desarrollo libidinal y organizaciones sexuales

A cargo de Alejandro Pignato

Comenzaremos esta presentación por el final de la conferencia.  Freud empieza el último párrafo diciendo “Pero hay otra cosa que no puedo omitir…”.  Cuando Freud nos habla de Edipo comenta que Yocasta (la madre-esposa de Edipo) se resiste a que prosiga con la indagación invocando que “a muchos hombres les es deparado cohabitar en sueños con su madre”.  Para Yocasta, el sueño no merece mayor atención.  Pero esto le permite articular a Freud todos estos conceptos, trabajados someramente en esta conferencia, con los sueños. Dice Freud “Nosotros no los tenemos en poco -a los sueños-, al menos a los sueños típicos, aquellos que sobrevienen a muchos hombres y no dudamos de que el sueño mencionado por Yocasta se relaciona estrechamente con el contenido de la saga, que provoca horror y extrañeza”.

¿Qué es lo que Freud no puede omitir en esta conferencia?  Cuando abordamos las conferencias relacionadas con el sueño, vimos que Freud se interesa en este tema a través de los sueños que sus pacientes traían a sesión.  Pero también señala que los sueños no son algo exclusivo de los neuróticos:  todos soñamos: los neuróticos y los que no lo son.  Lo que no puede omitir es esta articulación que él hace entre los sueños (en neuróticos y no neuróticos) y el desarrollo libidinal que recorren los hombres (y mujeres) “normales” y, como dice Freud, “que los neuróticos no hacen más que mostrarnos aumentado y ampliado lo que el análisis de los sueños nos revela en las personas sanas”.

Esta es la manera de justificar el por qué Freud presenta las conferencias en este orden.

Resulta interesante señalar que el estilo de Freud es muy pulido.  Más allá de las particularidades de cada traducción, vemos mucho celo en la preparación y en la articulación del material a presentar.  No sólo en los toques de ironía que introduce como “tengo la impresión de que no he logrado convencerlos suficientemente…”;  “En verdad los perversos son unos pobres diablos…”; “Puedo suponer, señores, que estas últimas comunicaciones mías, sobre las organizaciones sexuales les han traído más confusión que esclarecimiento”.  Estos recursos, muy probablemente, no sólo forman parte de un estilo particular del autor.  También son una forma de suavizar el tema en cuestión porque… si aún hoy, entrado el siglo XXI, son temas delicados de tratar, imaginen lo que habría sido en 1917.  Ya hemos comentado en otras clases de este seminario que en esa época el mundo vivía una etapa muy convulsa, no olvidemos que estamos durante la Primera Guerra Mundial.  Pero Freud tiene también una tarea compleja: difundir el psicoanálisis, convencer a auditorios muy reticentes a aceptar nuevas teorías.

No es casual que en esta serie de conferencias empiece por la psicopatología de la vida cotidiana, pase a trabajar sobre la interpretación de los sueños y llegue a la sexualidad.  Esta disposición de esos temas tiene un por qué.  Parte de cosas que les suceden a todos diariamente, luego los sueños (todos soñamos) y ahora se presenta algo más delicado: la sexualidad.

En 1905 Freud publica sus tres ensayos de teoría sexual.  Estos son:

1.- Las aberraciones sexuales.

2.- La sexualidad infantil.

3.- La metamorfosis de la pubertad.

Es importante destacar que en esta conferencia, habla de los temas tratados en los tres ensayos.  Podríamos preguntarnos ¿Por qué hablar de las aberraciones sexuales en primer lugar y luego de la sexualidad infantil?  Tal vez, lo más importante para señalar es la distinción que Freud propone entre sexualidad y genitalidad.  Freud nos dice: sexualidad y genitalidad no coinciden.  Todas las perversiones sexuales o “signos degenerativos”  son fenómenos de la vida sexual.  Esto nos lleva a pensar también en otro elemento fundamental para el psicoanálisis: el concepto de pulsión.  Este concepto ha llevado a algunas confusiones con la primera traducción de las obras completas de Freud al inglés ya que fue traducido como “instinto”, pero no es el mismo concepto.  Si buscamos en el diccionario de la RAE, vamos a encontrar la siguiente definición:  “impulso o tendencia instintivos”.  No nos conformamos con esa definición.  El Petit Robert, diccionario de referencia de la lengua francesa define pulsión como “fuerza psíquica que hace tender a la persona hacia una meta”.  En alemán (lengua materna de Freud) hay dos palabras diferenciadas:  “Instinkt” y “Trieb”.  El instinto es algo común a todos los animales y según la RAE es el conjunto de pautas de reacción que, en los animales, contribuyen a la conservación de la vida del individuo y de la especie.  Y nos da como ejemplo “instinto reproductor”.  Pero vemos que Freud está haciendo una distinción muy clara entre reproducción y sexualidad.  En los otros animales el instinto depende de factores hormonales y de ciclos (período de celo).  El ser humano puede ponerse en celo sólo con el pensamiento.  Por otra parte nunca hemos visto que un perro diga cosas eróticas a la perra para aumentar su excitación.  O que la perra le diga algo al oído y que el macho se detenga y le diga: “me has cortado el rollo, se me ha bajado”.  Eso le puede suceder a un ser humano: la gran diferencia, lo simbólico.  Llegamos entonces a esa definición que Freud propone para la pulsión:  es un concepto límite entre lo psíquico y lo somático.

Freud parte, en esta conferencia (y también en los tres ensayos) de las pervesiones y luego las articula con la sexualidad infantil.  La diferencia, nos dice, es que en los niños no hay un orgasmo completo ni el vaciamiento de los productos genitales; estos “son sustituidos por unos indicios que, de nuevo, no son reconocidos como sexuales sin lugar a dudas”.

Otra de las cosas que señala Freud es que la sexualidad normal contiene rasgos perversos.  Pensemos la reacción de la comunidad científica de esa época:  los niños son perversos polimorfos y la sexualidad normal tiene rasgos perversos.  Y agreguemos algo más:  ¡el beso es perverso!   Pero es importante destacar que lo que distingue la sexualidad perversa de la sexualidad normal es que todas estas prácticas perversas dejan de serlo cuando están al servicio de la reproducción.  Freud nos señala que hechos como este “achican mucho la distancia entre la sexualidad normal y la perversa.

Ahora nos toca pensar en la diferencia entre la sexualidad perversa y la sexualidad infantil.  Vamos nuevamente al concepto de pulsión ya que la distinción entre la sexualidad perversa y la normal es que en la perversa, por regla general, dice Freud, está centrada, todas las acciones presionan hacia una meta -casi siempre única- y una pulsión parcial tiene la primacía: o bien es la única pesquisabable o bien ha sometido a otras a sus propósitos.  Aquí coinciden sexualidad perversa y sexualidad normal, va a depender de la meta (la meta, en la sexualidad normal es el acto sexual).

En cambio, en la sexualidad infantil todas las pulsiones  “tienen el mismo derecho y cada una persigue por cuenta propia el logro de placer”.  Y esto sí que es para tener en cuenta, para Freud, tanto la sexualidad perversa como la sexualidad normal nacen de la sexualidad infantil.

En el comienzo de los tres ensayos Freud nos habla de una necesidad, que la compara con el hambre.  Necesidad que comparte con los otros animales y que supone la existencia de una pulsión sexual.  Ubica entonces un paralelismo entre el hambre para la necesidad de nutrición y para la necesidad sexual, la libido.  Podríamos pensar que así como para el peso la unidad es el gramo, para la libido es la pulsión.  Freud señala que durante la primera infancia el niño realiza prácticas placenteras pero estas persiguen como finalidad el placer de órgano.  Dado a la inmadurez constitucional, el niño aún no ha descubierto el coito; por este motivo esas prácticas sexuales poseen un carácter perverso.  “Ya desde el tercer año de vida la sexualidad del niño no da lugar a ninguna duda, empiezan a excitarse los genitales y quizás sobreviene regularmente un período de masturbación infantil”, dice Freud.

A partir de este momento, en esta conferencia, Freud nos expone su teoría de las fases del desarrollo sexual (o libidinal como él propone) contenida en el segundo ensayo:  La sexualidad infantil.  Describe tres fases:  una oral, donde primarán las zonas erógenas vinculadas a la boca, el chupeteo, por ejemplo; una anal donde sitúa en primer plano las pulsiones sádicas y anales.  Aquí señala que en esta etapa no es importante la oposición masculino/femenino sino activo/pasivo.  Destacan en esta fase la pulsión de apoderamiento, la pulsión de ver (escópica) y de saber (epistemofílica). Las pulsiones parciales no carecen de objeto pero estos no necesariamente coincide en uno solo.  Por último la fase genital pero en una nota a pie de página vemos que en 1923 Freud intercala la fase fálica entre la fase anal y la genital.  Sitúa a la fase genital como el punto de viraje en esa organización bajo el primado de los genitales y con éste el sometimiento de la sexualidad a la función de la reproducción, dice.  Antes de ello, las pulsiones apuntan sólo al placer de órgano.

El primer objeto de la pulsión oral es el pecho materno.  El pecho materno le aporta nutrición y placer al niño.  Al comienzo de la teoría pulsional Freud sólo distingue dos pulsiones: las sexuales y las de autoconservación.  El chupeteo del niño se hace autónomo, el objeto (pecho materno) se abandona y se sustituye por el propio cuerpo (el dedo por ejemplo, o el chupete).  La pulsión oral, dice Freud se hace autoerótica.  Entonces, Freud nos dice que habrá que alcanzar dos metas: abandonar el autoerotismo, es decir encontrar un objeto externo al propio cuerpo y unificar los diferentes objetos de las pulsiones singulares, sustituirlos por un objeto único.  Esto, dice Freud, puede lograrse cuando dicho objeto es único, es a su vez un cuerpo total, parecido al propio.

Y con este recorrido, Freud nos va introduciendo al Complejo de Edipo.  La madre es el primer objeto de amor.  Es importante destacar que ya en otras conferencias Freud hace referencia a la represión (en la conferencia XIX justamente trabajamos el tema de la represión).  Aquí, Freud nos señala que ya en el momento en que la madre es objeto de amor, la represión está operando ya que “sustrae de su saber el conocimiento de una parte de sus metas sexuales”.

Este “espantoso complejo de Edipo”.  Freud utiliza la tragedia griega de Sófocles para ilustrar y dar cuenta de los mecanismos que llevan a un sujeto a alcanzar la sexualidad adulta.  Irónicamente Freud dice “espantoso complejo de Edipo” pues en esa época -al igual que ahora, más allá de lo difundida que está en la actualidad esta teoría- pensar en una relación incestuosa del niño con la madre angustia.

Recordando la trama de la tragedia de Sófocles, Edipo, rey de Tebas, consulta al Oráculo de Delfos porque había una plaga.  El Oráculo sentencia que cesarán las plagas cuando quede aclarado el asesinato de Layo, anterior rey y primer marido de Yocasta, actual mujer de Edipo.  En su investigación Edipo descubre que cuando él nació el Oráculo predijo que él mataría a su padre, se casaría con su madre y tendría hijos con ella.  Como toda tragedia, las cosas terminan mal.  Yocasta se suicida, Edipo se arranca los ojos y se va al exilio.  Pero nadie quiere que el desarrollo libidinal acabe también en tragedia:  que el pequeño mate a su padre y que cohabite con su madre.  Habrá que buscar otra salida.

Freud nos señala que esta tragedia no provoca un rechazo ya que el espectador no reacciona frente a ella sino al sentido secreto y al contenido de la saga.  Es decir, no hay una crítica a la posición ética del hombre ya que finalmente se cumple lo anunciado por los dioses.  Freud nos dice que es como si el espectador se acordara de sus deseos de eliminar al padre y de suplantarlo tomando como esposa a la madre.  Y sentencia con un entrecomillado:  “En vano te revuelves contra tu responsabilidad y protestas lo que hiciste para contrariar esos propósitos criminales.  Eres bien culpable pues no has podido aniquilarlos, persisten todavía inconscientes en ti”.  Y aquí aparece el concepto de culpa (más adelante podremos centrarnos en él cuando trabajemos el superyó).  Freud propone que la problemática edípica es generadora de un sentimiento de culpa -cuyo fundamento desconoce-.

Recuerdo que hace unos años, unos amigos me invitaron a ir al cine a ver una película de la cual yo no tenía ninguna referencia.  Se llama “Savage Grace”, con Juliane Moore. Es del año 2007.  Al parecer es una película basada en hechos reales.  Relata la relación incestuosa de una mujer con su hijo, quien finalmente la asesina.  Cuando salimos del cine todos comentaron que la película era muy mala.  En realidad yo pensé que la película nos había angustiado a todos ya que había una escena en la cual la madre masturbaba al hijo.

Entonces, volviendo a nuestro material teórico; el primer objeto de amor del niño es la madre, su relación con la madre es de amor y manifiesta celos ante la presencia del padre, lo ve como un rival aunque mantiene con él una relación de ambivalencia.  Lo ama porque es también uno de sus primeros objetos de amor pero también lo odia ya que lo vive como un peligro en su relación con la madre.  El niño recibe los cuidados de la madre y esto hace que quiera una predilección por él y que no haga caso a ninguna otra persona.  Pero esta relación está cargada de erotismo: hay una curiosidad sexual hacia la madre, intenta estar presente en sus momentos íntimos, cuando se cambia o cuando se asea.  En esta parte de la conferencia, Freud sólo describe la relación con respecto al hijo varón.  Luego se ocupará de las niñas.  Con respecto a las niñas, se daría lo mismo pero en sentido contrario, la niña mostraría mayor interés en el padre y tomaría una actitud de rivalidad con respecto a su madre.  Esta simetría que aparece en el complejo de Edipo más tarde será reformulada y el complejo de Edipo será asimétrico en el varón y en la niña. Tenemos que tener en cuenta que en esta conferencia Freud no hace ninguna referencia a la angustia de castración ni a la envidia del pene.  En un texto posterior, de 1925 (Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos) Freud propone una versión diferente del Edipo en las niñas.  El primer objeto de amor en la mujer es homosexual, es la madre.  Tendrá por delante dos tareas a realizar: cambio de zona erógena (de clítoris a vagina) y cambio de objeto.  La explicación propuesta es que cuando la niña descubre la castración en la madre, acusa a la madre de su propia castración, renuncia a ella como objeto de amor.  Y dice Freud:  “Pero ahora la libido se desliza -sólo cabe decir: a lo largo de la ecuación simbólica pene = hijo- a una nueva posición.  Resigna el deseo del pene para remplazarlo por el deseo de un hijo, y con este propósito toma al padre como objeto de amor”.

El complejo de Edipo se amplía hasta convertirse en un complejo familiar… con la llegada de los hermanos.  Aparecen los sentimientos de odio hacia el nuevo integrante de la familia.  Pero la relación con los hermanos puede cambiar, dice Freud, cuando estos hermanitos crecen, la actitud hacia ellos sufre importantísimas  mudanzas.  “El niño puede tomar a la hermana como objeto de amor en sustitución de la madre infiel…” o “una niña encuentra en el hermano mayor un sustituto del padre…”.

Como ya hemos dicho en el curso de este seminario las ideas que Freud propone son revolucionarias, y cuestionan lo que la ciencia positiva sostiene.  Así, en esta conferencia Freud alude a la posición de la ciencia con respecto a la teoría del incesto.  La ciencia de esa época afirma que hay una tendencia biológica a evitar el apareamiento consanguíneo que halla su representante psíquico en el horror innato al incesto.  Freud afirma esto entre signos de exclamación, como queriéndonos decir que no puede creer lo que afirma la ciencia.  La verdad que nos trae Freud es que la primera elección de objeto es, por lo general, incestuosa.

Freud nos habla también de un período de latencia de la sexualidad, lo sitúa entre los 6 y los 8 años de edad, en el cual, dice se observan una detención y un retroceso del desarrollo sexual.  Propone que el psicoanálisis se plantea la tarea de recobrar en el recuerdo ese período olvidado de la vida.  Ese olvido fue llevado a cabo por el influjo de la represión.  ¿Y cómo se accede a aquello que fue reprimido?  Mediante el psicoanálisis se puede llegar a fases del desarrollo libidinal en incluso a fases todavía más remotas.  Y aquí cita brevemente un concepto que más tarde desarrollará:  construcciones en el análisis.  Es un trabajo que publica en 1937.

El complejo de Edipo es situado por Freud como el núcleo de las neurosis.  Dice Freud que cada uno de estos neuróticos fue a su vez un Edipo o lo que viene a ser lo mismo, se convierte en un Hamlet en la reacción frente al complejo.

Hay dos tiempos en el complejo de Edipo, así como hay dos tiempos en la elección de objeto.  Después de pasado el período de latencia, con la llegada de la pubertad hay una reedición del complejo de Edipo.  En este período la pulsión sexual plantea sus exigencias por primera vez con toda su fuerza.  Freud dice que los objetos familiares e incestuosos son retomados e investidos.  Esta palabra, hace referencia a la carga, podríamos pensarla como “cargados libidinalmente”.

¿Qué tendrá que hacer el hijo en este caso?  Desinvestir, es decir quitar esa carga libidinal de los objetos incestuosos.  Esta operación se produce porque hay dos cosas a tener en cuenta: el niño ya no es un niño y está en condiciones de consumar el incesto y también puede matar al padre (ambas cosas no eran posibles en su primera infancia).  Tal vez ahora podamos entender mejor el por qué de las rebeliones adolescentes, son un intento por salir de la endogamia.

Ya hacia el final de la conferencia Freud comenta:  “Imaginarán ustedes, señores, cuán someramente he rozado gran número de circunstancias, importantes para la teoría y para la práctica, relacionadas con el complejo de Edipo…”.  Nunca mejor dicho.  Tenemos que tener en cuenta de que estas conferencias son de “introducción al psicoanálisis”.  Nos queda mucho por recorrer, pero hay disparadores, hay indicadores que nos llevan a leer y releer textos fundamentales en la teoría psicoanalítica.