Los psicoanalistas somos muy reticentes a aceptar todo un vocabulario bastante generalizado con respecto al estado de la gente. El discurso psicológico habla de ataques de pánico, ansiedad, zona de confort, etc. Desde algún lugar, ese vocabulario se va incorporando a la vida de la gente y en estos momentos, en los cuales tenemos más tiempo para pensar, el término que más se impone es el de ansiedad. Ansiedad es algo que existe y que está más vinculado a un estado de alerta ante un peligro. Es algo así como del dominio de lo biológico orgánico y que la psicología cognitiva ha abordado desde su posición teórica, claro.
Pero nosotros, desde nuestra perspectiva -psicoanalítica- no nos ocupamos tanto de esas respuestas adaptativas que da el organismo ante un supuesto peligro. Nuestra aspiración apunta a poder enfrentarse con la angustia, con aquello que no es posible simbolizar y que está vinculado a nuestra historia subjetiva y cómo nos posicionamos frente a ella. Forma parte del fantasma, esa especie de guión que cada uno tiene de acuerdo a aquello que Freud llamaba “las series complementarias”; a saber: “lo constitutivo” (hoy en día sería lo genético) y “la historia del sujeto”. Podríamos proponer: y lo que el sujeto decide hacer con esas series.
Pero frente a la angustia, a esa que se estructura de acuerdo al fantasma de cada uno, aparece otra, que viene desde afuera, desde lo biológico. Un virus.
Y con el virus aparecen una serie de acontecimientos que escapan a la subjetividad pero paradójicamente la invaden: el confinamiento. Un confinamiento que hace que estos aspectos que están más vinculados con lo sociológico incidan en la posición subjetiva de cada uno. Ya sea porque el sujeto está solo y confinado o porque esté obligado a convivir las 24 horas con otra gente. Sin perspectivas definidas y en un estado de incertidumbre que vamos enfrentando día a día.
Los efectos del virus no sólo son a nivel subjetivo. Tendremos que ver cómo se reformulan las relaciones sociales cuando el panorama esté más claro.
¿Y mientras tanto? Pues tendremos que asumir nuevos desafíos, los que conlleva la situación actual. Ya sea llevar una mascarilla para ir al supermercado o buscar formas alternativas para poder asumir el deseo, como intentamos desde el psicoanálisis.
No será sencillo y tal vez tengamos que repensar muchas posiciones subjetivas que suponíamos como una convicción… pero así como hoy, a 100 años de “Más allá del principio de placer”, seguimos pensando y reformulando la teoría, tendremos que asumir este nuevo desafío.